Semillero la Esmeralda: Una familia de 160 personas.
- Diana Patricia Jaramillo
- 28 jun 2023
- 4 Min. de lectura
Desde hace más de cuatro años, Dayana Montoya y su familia lideran un grupo que le apuesta al deporte como una herramienta de superación personal.

Todas las noches, en la cancha La Esmeralda, decenas de jóvenes se reúnen para entrenar Voleibol. Todo inicio hace cuatro años y medio cuando Dayana Montoya, una talentosa deportista con más de 15 años de experiencia, decidió aportar sus conocimientos a los jóvenes del barrio Loreto: “En el barrio todo dependía del fútbol. O sea, toda era fútbol y fútbol y pues bueno, pensamos, ¿por qué no miramos a ver si se puede hacer un equipo? Y empezamos a entrenar. Siempre nos ha gustado lo social, entonces decidimos ayudar a la comunidad. Empezamos con categorías muy bajitas y con 10 personas. Ni siquiera teníamos balón y aun así nos lanzamos a ver qué tal, qué sale de esto. Vamos a meterle todo el empeño, todo el trabajo. Así se hizo. Al principio todo el mundo quería entrar porque era algo nuevo, no había otra forma de jugar voleibol. Entonces yo pensé: consolidemos esto. Ahí es cuando entra mi familia”
Y es que si bien todo inició por Dayana, su familia ha sido parte fundamental de este proceso: “Mi papá, Giovanni Montoya, ha sido súper importante dentro de todo este proceso porque ha sido ejecutor, ha estado ahí, proyectando, visionando, en cada peldaño que nosotros damos él siempre está ahí un paso adelante. También está mi hermana, mi mamá, todos estamos involucrados. Entonces creo que esto ha tenido un gran significado para mi familia, la Familia Montoya. Entonces, aparte de que suplimos algunas necesidades de la Comuna, también nos ha integrado como familia en una travesía que ha sido muy sufrida, pero también muy llena de aprendizajes”, cuenta Dayana.
Aparte de aprender a jugar voleibol, la intención de Dayana y su familia es brindar una alternativa edificante para la sana utilización del tiempo libre: “Nuestra visión es ayudarle a la comunidad a salir de esos espacios tóxicos y abrumadores. De decirles: Bueno, mira, acá tenés una opción. No es pintura, no es canto, pero es deporte, entonces hacele, métete, mira, tenés otra opción. La opción no es quedarte en la esquina, la opción es venir, tocar un balón y sentirte como en familia. Porque si tú le preguntas a cada uno de nuestros jugadores, esto para ellos es su segunda familia. Entonces ahí es donde yo digo: ¡Qué trabajo tan gratificante estamos haciendo!. Y no monetariamente, porque monetariamente no esperamos nada a cambio, solo esperamos impactar a los jóvenes y mostrarles que si hay opciones. Entonces yo digo: el deporte sí cambia vidas”.
Y es que son muchas las problemáticas que la Familia Montoya y los entrenadores han descubierto en el entorno que habitan los integrantes del grupo. Es por eso, que están pendientes de ellos, si comieron, si faltaron o si se encuentran bien anímicamente. Han recibido charlas de educación sexual y les han celebrado el día del niño. “Muchos vienen acá y me dicen: esta es mi salvación. Yo vengo y se me olvidan todos los problemas que tengo en mi casa”
A nivel competitivo han participado de eventos deportivos en municipios como Betania, Jericó y el Peñol: “Hemos quedado en segundo lugar en primer lugar, de hecho ayer estuvimos en un torneo en Comfama La Estrella y quedamos en primer lugar. Solo nuestra categoría infantil quedó de segundo. Pero todos los demás quedaron de primeras”
Actualmente, el grupo está conformado por 160 personas: “Tenemos personas de todas las edades. La menor tiene 5 años y la mayor 45, entonces uno dice, no depende de la edad, es las ganas que uno le quiera meter y las ganas de poder cambiar lo que hace que las cosas sucedan”.
Testimonios:
Mi nombre es Estéfany Orrego y llevo aproximadamente como 3 años y medio en el grupo. Comencé a entrenar voleibol desde muy chiquita, pero lo dejé como dos años y me puse a entrenar fútbol. Y como tenía una amiguita que está aquí desde el inicio, me vine para acá. La semana pasada estuve representando el equipo en Betania, y en Jericó. Ya soy profe, entreno a las niñas pequeñas. Creo que ha sido muy bueno porque yo tengo que ser un ejemplo para las niñas que entreno, entonces uno adquiere mucha disciplina y responsabilidad. También se necesita mucho compromiso porque literal estoy acá todos los días de 6 a 11, pero no es un sacrificio, porque de estar por ahí, en la calle sin hacer nada o estar en la casa sin hacer nada, es mejor venir e invertir su tiempo aquí”.
“Soy Manuel Hoyos Mejía, orgullosamente capitán de la división masculina. Yo como que vine nada más por aprender, y ya llevo aproximadamente un año aprendiendo a jugar voleibol. Me he sentido muy feliz, muy acogido por el grupo. Ha sido toda una aventura:la constancia que se necesita para venir a los entrenamientos. Se trata de dar su mejor esfuerzo y cada día, si hoy das un 100 mañana, un 200 mañana y luego un 300 y así. Participar en los torneos ha sido una completa odisea. Uno ve a los rivales y uno piensa como que esos manes tienen un nivel excelente y a la hora de uno ganarles… Eso nos pasó en el partido de ayer: uno tenía una mentalidad de sentirse inferior, porque veía que los jugadores tenían mucha experiencia y el simple hecho de ganarles, da mucha satisfacción. Ya a nivel personal me he convertido en alguien más sociable, y he descubierto que me gusta mucho ayudar: ayudo mucho a mis compañeros de la masculina y ayudo mucho a las niñas también; me han dicho para entrenarlas y yo con mucho gusto lo hago porque me encanta ayudar. Yo la verdad quiero ser un jugador profesional y poder ayudar, poder aportar un granito de arena y estar en el proceso de una persona que quiera aprender”.

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